jueves, 16 de diciembre de 2010

El latido rojiblanco


El fútbol es caprichoso como ningún deporte. Sergio Agüero siempre ha tenido el cariño de la afición, ha sido el bálsamo que alivió la marcha de Torres y siempre ha gozado de una situación priilegiada entre los aficionados. Pero el Kun no podía adjudicarse el placer de ser el máximo goleador del equipo. Ese puesto era para Forlán. La situación ha dado un giro radical esta temporada.


Agüero ahora mismo es uno de los futbolistas más en forma del planeta. Se encuentra en un momento muy dulce. Su velocidad se ha visto incrementada, su calidad patente pero algunas veces invisible, ha salido a la luz con la fuerza de un volcán en erupción. No hay defensa en el mundo que pueda parar al Kun cuando arranca. Sus piernas son cortas, pero fuertes y hábiles, con técnica sufieciente para desbordar en cualquier zona del césped y provocar una situación de peligro. Además, está afortunado de cara al gol. Es un auténtico placer ver las actuaciones mágicas de Agüero. No le queda mucho para estar por fin en el podium de los mejores futbolistas del planeta. Potencial y cualidades le sobraban, pero la regularidad es la base del éxito, elemento del que carecía el argentino.

La cruz de la moneda es Diego Forlán. Sus últimas temporadas con el Atlético de Madrid han sido excelentes. Es digno y justo decir que el Cacha ha sido uno de los mejores delanteros del último lustro. Con capacidad para triunfar en cualquier equipo y de meter goles en cualquier estadio, Forlán decidió seguir en el club del Manzanares a pesar de los cientos de ofertas que llegaban de otros clubes. Siendo fiel al Atleti, se ganó con goles y sentimiento a la parroquia rojiblanca. Este año, después de un Mundial brillante, el Atleti esperaba ansioso la vuelta de su capo cannonieri. Este regreso no fue tan espléndido como se preveía. Forlán se muestra apático, sin ganas, negado de cara al gol y con síntomas patentes de cansancio e impotencia. Lo intenta y no lo consigue. La suerte no está de su lado esta campaña.

Ahora todo está al revés. Agüero es el baluarte ofensivo de los colchoneros. Su reciente renovación y consecuente bajada de la claúsula de rescinsión puede ser una táctica de mercado para traspasar al argentino en verano y que el equipo no se lleve la posterior y segura bronca de la afición rojiblanca. Agüero es un caramelo para los grandes. Todos los clubes del mundo desearían poder contar en sus filas con un jugador de la talla del Kun, quien aporta calidad, maestría, magia y gol a un club. Ahora el precio es más asequible y se podría optar por una ostentosa venta.

Forlán ya ha dejado pasar su tren de poder firmar un último gran contrato. Su pólvora parece haberse agotado y aparentemente ningún gran club de Europa se interesaría tanto en Forlán de seguir así su racha. La afición es paciente y sabe que el uruguayo es un jugador de rachas, que suele volver en las segundas vueltas. Pero aún así, se muestra escéptica con Forlán. El club ya no conseguiría una gran cifra por su traspaso. Forlán no podrá lucir la elástica de algún equipo puntero de Europa. Por eso, lo mejor para él y para el Atleti será que su relación siga unida. El Atleti para aprovechar los últimos cañones de sus botas, y Forlán para seguir con un prestigio europeo latente.

Agüero es la cara, la visión alegre del equipo que aspira a mucho y al final, parece quedarse siempre en el "casi". Forlán es la cruz, la imagen del aparente derrotado, del ex-triunfador. Dos grandes goleadores, dos presentes bien distintos.

No hay comentarios: