Tal y como se preveía, el Estados Unidos-España del miércoles iba a ser un paseo para los de Vicente del Bosque: una selección campeona de Europa contra la de América del Norte, 15 victorias y 35 partidos invicta contra un equipo que se había clasificado de forma casi estrambótica a las semifinales, el juego del toque contra la organización táctica, etc.
Las expectativas eran funestas para el conjunto de Bob Bradley, pero él consiguió dar con la tecla y triunfó donde todos habían fracasado desde la Eurocopa: anular el juego de los futbolistas, concretamente los centrocampistas, españoles.
Dos líneas de cuatro perfectamente coordinadas y una gran presión sobre los "bajitos" Cesc y Xavi dejó completamente desdibujada a España. Con un Torres desasistido, Riera desafortunado en lo que intentó, Xabi Alonso desorientado y Villa con demasiado individualismo ( aun así fue el que creó más peligro en la primera parte ) el ataque de la selección fue estático y las posibilidades de marcar fueron casi nulas.
Conseguido ésto, los americanos se proposieron ir más allá y montaron contragolpes peligrosos con Bradley, Donovan y Dempsey como estiletes. Altidore actuaba de referencia, y su fortaleza y altura complicaban aún más las cosas. Así fue como, en una combinación por el centro, Altidore se aprovechó de un garrafal fallo de Capdevila en el marcaje para poder definir ante Casillas.
Era el 0-1, en el minuto 26.
En la reanudación, el panorama cambió y Howard, el guardameta americano, tuvo que emplearse a fondo en varias ocasiones ante la insistencia de un equipo que, ahora sí, sabía mover el balón con criterio y rapidez. Sin embargo, el paso de los minutos beneficiaba la defensa de su ventaja y los fallos en el remate condenaban a España.
Incluso Del Bosque reaccionó de manera equivocada quitando a Cesc, cuando parecía estar en su mejor momento, por Cazorla con la idea de abrir más el campo por los extremos.
En ese momento, los ataques españoles fueron cada vez más precipitados y menos inspirados.
EE.UU, finalmente, se desperezó en una contra y, con la colaboración de otro error defensivo de Sergio Ramos, Dempsey sentenciaba el partido a quince minutos del final.
No hubo nada más reseñable en un partido en el que España no supo aceptar su papel de favorito ante un equipo americano bastante bien organizado y que contó, además, con la suerte necesaria en los momentos decisivos.
EE.UU jugará la final el domingo contra Brasil, que derrotó por 1-0 a los voluntariosos sudafricanos. Mientras, España deberá resolver el puesto que le corresponde, el tercer o cuarto puesto, contra el país anfitrión a las 15:00 ( hora española ). Por supuesto, daremos cuenta de los resultados que se produzcan después de que se haya frustado la idea de la selección en este torneo: disputar la final contra los brasileños.
El domingo veremos el desenlace de la Copa Confederaciones y sabremos si el final es amargo o algo más agradable para España.
Una decepción, sin duda; pero no un fracaso como algunos llegan a decir.
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