A pesar de muchas cosas es un mito, una leyenda viva. Nunca fue el jugador más técnico, ni el más habilidoso, ni poseía un gran regate o visión de juego. Muchos de sus goles no serán recordados por su belleza estética, ni falta que hace. Raúl González Blanco no es ese tipo de futbolista, sino otro distinto. Alguien que representa unos valores y un estilo que escasean cada vez más en el fútbol actual. Alguien que es capaz de estar 16 años en el mismo club es ahora una excepción andante.
Todo empezó y terminó en la Romareda. Allí debutó un chaval de 17 años un 23 de octubre de 1994. Por aquel entonces, la Unión Europea eran solo 15 miembros, Nelson Mandela acababa de llegar a la presidencia de Sudáfrica y en España Roldán huía de la justicia. Brasil ganaba el Mundial de fútbol e Indurain conseguía su cuarto Tour consecutivo. Anda que no ha llovido.
Su trayectoria, a pesar de su gran extensión ( con 550, es el segundo jugador con más partidos de Liga en sus piernas, sólo por detrás de Zubizarreta ) es impecable a nivel colectivo e individual. Ha conseguido convertirse en el máximo goleador histórico de la Liga de Campeones y de la selección española de fútbol. Ha participado en la consecución de 6 Ligas, 3 Copas de Europa y 2 Intercontinentales. Ha sido Pichichi en España en dos ocasiones, y también lo hizo en la máxima competición de clubes a nivel europeo.
Son muchos méritos y logros. Un historial impresionante con el que sólo pueden soñar un 0,1% de los futbolistas profesionales. Pero, para mí, la estadística que representa mejor la figura de Raúl es la de que nunca le han expulsado en toda su carrera. Desde luego, el 7 es alguien muy especial: la caballerosidad y la casta son los dos sustantivos que mejor le definen.
Su figura será engrandecida con el tiempo, que duda cabe. Las estadísticas que ostenta son las de un jugador ejemplar, de un gran rendimiento y compromiso con su club. Todos, además, se acordarán de que los goles que marcó al Barça en el Camp Nou, al Atlético ( el club al que parecía destinado ), al Valencia y al Leverkusen, el "aguanís" al Vasco da Gama, etc. De que no daba un balón ni un gol por perdido.
Sin embargo, está claro que todo no han sido vino y rosas para el todavía capitán blanco. Pasó cuatro años, aproximadamente desde el 2003 hasta el 2007, con un rendimiento mediocre o decepcionante que le apartó de la selección y cuestionó su titularidad en el Madrid. La decisión de Luis Aragonés de no convocarle generó una gran polémica deportivo-mediática que enturbió en exceso el ambiente alrededor de "La Roja". Algunas personas próximas a él hicieron una campaña destinada a que volviera con España, pero la decisión estaba ya tomada y se reveló como correcta.
Existen dos aspectos que han apartado de mayores reconocimientos al delantero. Uno es el hecho de no haber conseguido nada destacable al nivel de selección, lo que seguramente le ha apartado del otro punto: ganar el Balón de Oro o el FIFA World Player. Quizá por eso nunca será considerado el mejor jugador español de la historia, ni siquiera el más destacado jugador del Madrid. Su carrera siempre ha sido así, la del hombre que saca notables pero que nunca tiene el punto de suerte ( o de capacidad ) para llegar al sobresaliente.
La decisión tomada sólo se explica porque es un jugador que no se conforma con ser un simple reserva, un suplente más. Quiere seguir compitiendo y ganando, y la opción del Schalke 04 es lo suficientemente atractiva como para que él evite un retiro dorado en el Madrid el próximo año ( aunque estaba previsto que su contrato concluyera en el 2011, la futura falta de minutos esta próxima temporada le han llevado a decidir marcharse ).
Hoy a las 13:00 horas, al lado de Florentino y Valdano, Raúl se despedirá de la afición como madridista. Hoy se termina una era, un ciclo muy importante, con luces y sombras ( aunque hay más de lo primero que de lo segundo ) en la trayectoria de dos emblemas como eran Raúl y Guti. El "más listo de la clase", el "si bueno, no", el besar el anillo con cada tanto, el señalarse el número en la camiseta, el que "nunca hace nada". No se sabe si será una salida traumática, pero sí que será histórica. Hasta siempre, capitán.
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