Por Pablo Vega.
Más allá de la merecida victoria española, uno de los pocos equipos con calidad que no se dedicó a defender o a dar patadas, las eliminatorias ( especialmente los cuartos ) pusieron a cada equipo en el lugar natural que le respondía según los baremos de juego/calidad/rendimiento.
Pero antes de nada, las anécdotas: que si el pulpo Paul tiene poderes adivinatorios, que si la seguridad es insuficiente, que si el Jabulani hace trayectorias extrañas, que si las vuvuzelas molestan más de la cuenta, que si Sara Carbonero distraía a Casillas, etc. Hay de todo en esta categoría, entre rumores e historias exageradas y verdades como puños ( básicamente lo del balón y las dichosas trompetas ).
Como ya reseñamos en el post anterior, no ha sido un gran Mundial para las individualidades ni para las grandes marcas deportivas ( patrocinadores y demás ). Muchos nos hemos preguntado: ¿ dónde están Rooney, Cristiano, Terry, Kaká, Torres, Drogba, Eto'o o Ribery ? Incluso el mejor jugador del mundo para la gran mayoría, Lionel Messi, se ha ido de vacío sin marcar un sólo gol.
Los cuatro semifinalistas, con mayoría europea 3-1 sobre los sudamericanos, son sin duda grandes bloques. Con grandes jugadores sí, y a veces de los que marcan la diferencia con sus goles: no hace falta recordar el papel fundamental de Muller, Forlán ( discutible decisión la de nombrarle MVP del torneo, pero entendible por su transcendencia ), Villa o Sneijder, pero en ningún caso estos jugadores han estado por encima del juego colectivo ya sea de calidad ( Alemania y España ) o más basado en el físico y la fuerza ( como Holanda y Uruguay ).
Las grandes potencias sudamericanas, la mayoría de selecciones africanas y algunas grandes europeas venidas a menos han sido las claras perdedoras de este Mundial.
El caso de Italia y Francia, las dos finalistas del Mundial de Alemania, ha sido paradigmático: la veteranía es un grado, pero la renovación bien hecha una obligación. Ni Domenech ni Lippi han conseguido cambiar la base de hace cuatro años con recambios de altura, se han empecinado en cercenar cualquier oportunidad para las promesas de ambos conjuntos. Su juego errático ha sido la puntilla para una pronta eliminación, agravada en el caso francés por la rebelión interna.
Dunga y Maradona, dos jugadores en los banquillos, apostaron fuerte y, cuando parecía que tenían la suerte de cara acabaron también en la calle. Los argentinos se vieron como campeones antes de tiempo, basados en su gran delantera, pero despreciaron el centro del campo y Alemania les pasó por encima en la segunda parte y volvió a dejarles fuera de los cuatro mejores.
Algo parecido le pasó a Brasil con Holanda, con cierta dosis de infortunios, pero esta vez el problema vino de el exceso de músculo y la ausencia de figuras que desequilibraran con su calidad. Justo lo contrario que hace cuatro años cuando cayeron en la misma ronda.
Las selecciones africanas más lustrosas cayeron a las primeras de cambio y no supieron, una vez más, encontrar una táctica competitiva para poder llegar lejos. Camerún fue la que fracasó más estrepitosamente, mientras que Costa de Marfil tiene la excusa de haber caído en el "grupo de la muerte". Tampoco Nigeria, Argelia o Sudáfrica sorprendieron y acabaron en el olvido.
Pero la excepción fue la estimulante Ghana, que mantuvo el sueño africano, todo un continente ilusionado ante la decepción de la anfitriona ( que hasta esta edición siempre había pasado la primera ronda ): Kingson, Boateng, Mensah, Asamoah, Muntari, Gyan...Lástima que este último provocara una de las despedidas más amargas del torneo por fallar un penalti tras las manos salvadoras de Luis Suárez.
EE.UU., Chile o Japón dejaron muy buenos detalles en la primera fase pero diversos errores concretos no les permitieron llegar más lejos. Mientras, otras dos selecciones europeas de altura como Portugal e Inglaterra caían con todo merecimiento en octavos, a pesar de la polémica arbitral, viéndose superados por dos equipos que les gusta llevar el protagonismo de los encuentros. Importante correctivo para los estilos que Capello y Queiroz han impuesto a dos conjuntos demasiado encorsetados.
No ha habido opción a que el espectador disfrutara de un gran espectáculo, las ausencias o las decisiones técnicas, en definitiva, el miedo a quedar eliminados han hecho que pocos equipos apostaran sin ambajes por un fútbol vistoso. Ha sido el Mundial con menos tiros con partido (8.8) y uno de los que menos goles se han anotado de media por encuentro (sólo 2,27, lo que es la segunda peor marca desde el infame Mundial de Italia 90 ).
Sin embargo, el hecho de poder saber que, casi con toda seguridad, Alemania o España, seguramente los dos equipos más fuertes y espectaculares, iban a ganar ha salvado el Mundial de caer en el cierto hastío que supuso, por ejemplo, el triunfo italiano hace cuatro años. Curiosamente, tanto germanos como españoles poseen medias de edad bastante bajas, así que podríamos presenciar un duelo en los próximos años por la victoria en las grandes competiciones.
Más allá de las exóticas Corea del Norte, Nueva Zelanda u Honduras, en este Mundial llama la atención que, a pesar de que todas las grandes selecciones han estado presentes, pocas han conseguido no defraudar las expectativas puestas sobre ellas.
Se han roto muchos maleficios y costumbres ya adquiridas como habituales: ha habido un nuevo campeón que se suma al selecto club de los otros siete, ha sido el primer campeón europeo fuera de su propio continente, el ganador ha perdido su primer partido, etc.
A pesar de todo ello, esperemos que el aprobado alto que se merece el conjunto de esta edición se convierta en una nota más alta en Brasil 2014. Por supuesto, la presencia de la selección española en la final que se disputará en Maracaná dentro de cuatro años ayudaría a subir la nota, como ha pasado en este caso.
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