CAJÓN DE SASTRE
Abel Resino vivirá uno de sus últimos partidos como entrenador del Atlético de Madrid (o quizá el último) si su equipo no gana en el próximo partido que disputará su equipo contra el Real Zaragoza. Un año más, la catástrofe se cierne sobre el Calderón, un murmullo incansable de enfado y hastío por parte de unos aficionados que ya no saben si amar u odiar a su equipo. Porque, piensan, han ocurrido tantas y tantas cosas...: muchas penurias y muy pocos momentos de alegría. En el Manzanares ya ni se recuerda lo que es conquistar un título. Se habla de un club grande, histórico, que está obligado siempre a luchar entre los grandes. Pero, ¿tiene capacidad el Atlético de Madrid no sólo para reflotar a su plantilla, sino para regenerar a toda una institución decadente y sin rumbo?
Cuando hablamos de fútbol en esos debates insulsos que circulan por los bares, las conversaciones se suelen centrar en los jugadores que tiene un equipo, en si el entrenador es bueno o malo, o quizá que el presidente es un nefasto gestor, incluso que el director deportivo se dedica a tomar cerveza fría mientras ve algún que otro partido que retransmiten por el Plus...Luego está el debate de cuál es la mejor afición de España, si es mejor la Premier o la BBVA (fantástico nombre, por cierto)...El fútbol moderno y las sociedades anónimas han dejado, si se puede decir así, sin alma a la mayoría de los equipos. No se piensa ya en difundir unos valores, en ser un club señor, sino en tener controlada a la masa social e intentar obtener algún beneficio si fuese menester. Es un círculo vicioso que cada vez resta más a este fútbol que se considera "moderno". Ni siquiera la mejor de las distracciones deportivas escapa del caos y de la degeneración. Pero esa es otra historia. O en realidad, la historia reciente de un Atlético de Madrid adormecido y sin las ideas claras.
El Atlético es un club que aspira a todo sin ser nada. Que no confía en su entrenador y que paga sueldos millonarios a jugadores de nivel medio. Su afición se considera la mejor de España. Goza de un trato privilegiado por parte de la mayoría de medios nacionales. Ahora bien, nadie entiende por qué el Atlético no gana y sus constantes fracasos deportivos. La respuesta es muy sencilla: el sentido común y la ilusión con la que se trabajaba antes ha desaparecido de sus despachos y su vestuario.
El éxito en el fútbol, actualmente, se centra en la construcción de un equipo humano dirigido por un entrenador ecuánime y trabajador; donde exista un vestuario unido, que luche por unos colores...y aquel jugador que no lo acepte no es digno de vestir ese escudo. Se ha de cuidar la cantera, se ha de trabajar con cabeza y dentro de los límites presupuestarios y, sobre todo, se ha de ser claro con la afición. No se puede decir a los aficionados siempre que un equipo aspira a ganar la Liga cuando lleva tanto tiempo sin hacer nada. Lo primero es poner los pies en el suelo, ser modestos y crear una piña de jugadores fuerte en un vestuario anárquico. A partir de ahí, como pasó con el Sevilla, con el Deportivo en sus tiempos, como el primer Real Zaragoza de Víctor Fernández...se puede traer, paulatinamente, algún jugador que destaque por encima de los demás, pero que se adhiera firmemente a los ideales que definen a una institución, que, para bien o para mal, lleva la bandera de una ciudad o una comunidad por toda España, e incluso por el mundo.
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