El Real Oviedo se muere, es algo tan triste como innegable. Sus 84 años de vida, y sus 38 temporadas en primera división peligran por culpa de Alberto González, posiblemente la mayor lacra para el club en toda su historia.
Él y sus secuaces (entre ellos Juan Mata, padre del jugador ché) han convertido el club en su cortijo. Dilapidar 6 millones de € de dinero público aportados por el Ayto. de Oviedo (segundo máximo accionista) o denunciar a 6 de sus propios aficionados por unos altercados en las oficinas sin fundamento alguno (la mitad ni se encontraban en Asturias), son algunas de las tropelías de este Consejo ha realizado.
Se había recibido con mucha ilusión la noticia de la compra de la mayoría accionarial por parte del grupo mexicano Pegaso, pero una vez más A. González metió la pata. Ocultó a los empresarios mexicanos la pignoración de sus acciones y todo se fue al traste.
El sueño se acabó. No obstante Toño García, presidente del club Atlante y de ascendencia asturiana ha dejado claro que volverá a la carga en Junio con nuevos inversores. El oviedismo ya se ha movilizado, las redes sociales son un clamor. Está permitido caerse, pero es una obligación para esta afición levantase como siempre lo ha hecho. Porque tenemos que luchar por esos 84 años de historia que tiene el Real Oviedo.
No podemos abandonar (jamás lo hemos hecho), debemos seguir luchando, por todos esos años, por las gloriosas temporadas en primera, por Herrerita, por Lángara, por Dubovsky... pero también por todo lo que sufrimos en los barrizales de los campos de 3ª división, por el espíritu de 2003, por el fallecido Armando Barbón, por el gol de Kily al Mosconia, por el bofetón en la cara que le dimos a Gabino (alcalde de Oviedo), por Diego Cervero, por todos y cada uno de los 14.000 socios que tiene este club, pero sobre todo, porque volveremos.
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