Por Pablo Vega.
Mientras España se preparaba para jugar contra Lituania (una selección que venía de ganar contra la República Checa y empatar con Escocia), muchos estaban más pendientes, nosotros también, de las ausencia que del encuentro en sí. Primero la lesión de Xavi, luego la de Pedro, la ausencia de Torres, otras lesiones de Javi Martínez y de Cesc, la convocatoria de Mata con la sub-21 y, para finalizar, las anginas de Xabi Alonso, destinado a llevar el timón de La Roja sin el otro Xavi.
Tras este panorama, en el que un tercio de los campeones del mundo estaban ausentes, Del Bosque hubo de ingeniárselas para completar la convocatoria con gente de nivel que todavía no habían sido convocados para la selección como Aduriz, Borja Valero, Pablo Hernández y Bruno. Además, Cazorla, Silva y Llorente partieron desde el comienzo, lo que desde luego, supuso un acierto.
Los tres estuvieron a su mejor nivel y, si algo especialmente positivo se puede sacar de este relativamente (aunque más duro de lo que algunos preveían) fácil triunfo , es que todos rinden a su mejor nivel con la selección. Ya sea por el esquema, el estilo o el ambiente, todos se adaptan a su rol y nadie decepciona con su nivel.
La parte mala la representó un Villa excesivamente fallón, quizá condicionado por cierta ansiedad que se ha generado estas últimas semanas en Barcelona alrededor de los delanteros culés, y cierta precipitación inicial. También se puede hablar de cierta descoordinación defensiva en el gol lituano, en el que la defensa no achicó bien los espacios y se encontró con un empate inmerecido.
Aun así, se agradece que España explote otros elementos del fútbol que, a veces, ha dejado aparcados ante la presencia de los jugadores ayer ausentes: juego aéreo, más verticalidad, el entrar por las bandas, etc. No es una traición al estilo, que básicamente sigue siendo lo mismo, sino unas alternativas y variables muy útiles ante equipos muy físicos o defensivos.
El encuentro no se rompió en la primera parte, aunque hubo oportunidades de sobra para que la selección abriera el marcador. Fueron los dos grandes cabezazos de Llorente y el golazo de Silva los que desequilibraron el choque. Es por esto, por ganar de forma convincente sin jugar exactamente a lo mismo, por lo que habríamos de alegrarnos en lugar de por un marcador que no hace sino reflejar la superioridad que todos conocen.
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