Por Martin Charquero
En tierra de futuros cracks, los cazatalentos rastrean cada sitio buscando la perla que nadie encuentra. Uruguay tiene tan solo 3 millones de habitantes. Sin embargo es un generador constante de futbolistas que consolidan su futuro económico muy lejos de este país.
Hace 22 años, en un hospital de la ciudad de Salto, nació un niño al que le pusieron un nombre extraño por estas tierras. Edinson Roberto. El muchacho creció haciendo goles y destrozando redes en su pueblo. El destino lo depositó en la capital del país. Una de las canteras más exitosas de Montevideo lo recibió. Danubio, el equipo en el aparecieron Ruben Sosa, Alvaro Recoba y Javier Chevanton, empezaba a conocer las condiciones físicas y técnicas de ese “flaco y desgarbado” que apenas hablaba.
Gustavo Matosas, entrenador del Danubio campeón uruguayo 2007, lo puso a demostrar todo el arsenal de condiciones técnicas que tenía. En pocas fechas el apellido se repitió hasta el cansancio en cada periódico y programa deportivo. La selección juvenil necesitó de su talento para ser protagonista del sudamericano sub 20 y del Mundial de esa categoría.
Europa se acercaba a la vida de Cavani.Palermo puso el cheque que obligo a Danubio a decirle adiós. La adaptación al calcio fue terriblemente rapida.La titularidad lo abrazó pronto y lo cobijó hasta transformarlo en una interesante inversión.
La temporada 2009-2010, explosiva en goles lo llevó a ser un fijo en la convocatoria de Tabarez en la Eliminatoria Sudamericana. Pero el momento sublime para Cavani llegó en aquella noche helada de Pretoria. El sueño de cualquier niño uruguayo lo esperaba. El himno oriental sonaba en el estadio. La camiseta numero 7 estaba en la cancha. La familia Cavani en la tribuna mirando a un hombre con la piel erizada y disfrutando del himno patrio. Aquel partido ante Sudáfrica lo dejó como un inamovible en el equipo celeste. El cuarto puesto lo dejó archivado para siempre en el disco duro del cualquier uruguayo. La vida ya estaba cambiada.
Cavani, el extraño de pelo largo que tiene la debilidad por los pájaros. El cazador Cavani fue parte del equipo que recuperó la mística perdida por el futbol charrua. Edi Cavani estuvo en el plantel que enamoró a un país y le hincho el pecho de orgullo tras la actuación mundialista más inesperada. Generoso como pocos con sus amigos.A ninguno le falta nada. Su ciudad lo recibe cada vez que vuelve (créalo, siempre) con una caravana de no menos 3.000 personas.
Entendió que debía ser Atleta de Cristo. La transformación llegó debido a la admiración que siempre sintió por Kaka. Todo se lo atribuye al esfuerzo y al todopoderoso.
El hat trick del domingo fulminó a la Juve. La cabeza del ídolo se sacudió tres veces para tumbar a un gigante. El 3-0 lo pone como el responsable del triunfo del Sur sobre los poderosos.
Cada año rompe con un desafio.Sabe que todo es posible.Ahora solo le falta animarse a jugar con la camiseta mas pesada del Napoli. La 10.
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