Si no hay sorpresas y se cumplen los pronósticos, Barcelona y Real Madrid volverán a citarse en una final copera 20 años después. Los resultados de la ida de semifinales han dejado lugar a pocas dudas: la victoria del conjunto madridista en Sevilla (0-1) y, especialmente, la goleada del Barça a su rival almeriense (5-0) así lo acreditan.
Podemos decir que cualquiera de los dos tuvo menos dificultades de las previstas para desembazarse de rivales que, en función de su trayectoria reciente, podrían haberles presentado más oposición. Pero no fue así. Desgraciadamente para los cansados de la dualidad liguera que llevamos viviendo en los últimos años, esta se va a repetir en la final de una competición que siempre ha tenido más color blaugrana que blanco (de hecho, estos últimos no la ganan desde hace casi dos décadas, mientras que los culés levantaron el trofeo hace dos temporadas). Sin embargo, Mourinho es un experto en estas competiciones: las ha ganado en Portugal, Inglaterra e Italia.
Pese al "gol fantasma" sevillista, el Madrid dio una impresión de equipo serio, completo y compacto justo cuando más hacía falta. La teórica hipermotivación local pudo incluso jugar en su contra, y fueron siempre a remolque de unos visitantes que, además, encontraron la mejor versión de Benzema. Todo le salió redondo a unos blancos que ya se ven en la final. Lo único que, quizás, pueda angustiarles es no haber sentenciado a pesar de realizar un juego bastante superior.
Por el otro lado, el Barcelona de Guardiola demostró una vez más que es un equipo intratable. Una máquina de ganar y golear que hasta ahora parece no tener freno. Muchos ya comparan este nivel con el del año del triplete y razón no les falta. Otra cosa es que se traduzca en títulos cuando llegue el momento, ya que si el Barça quiere volver a ganarlos deberá mantener el nivel actual hasta el final. Esta vez, logró casi finiquitar (con un 4-0 a la media hora) nada menos que las semifinales de Copa. Marcaron Messi por partida doble, Villa, Pedro...Un recital.
Así pues, el día 30 de abril en el estadio valencianista de Mestalla volveremos a medir el nivel de dos equipos cuyos jugadores y entrenadores parecen destinados a batirse en duelo una y otra vez hasta que solo quede uno en pie. Y ese será el mejor.
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