A riesgo de parecer parcial, los últimos cuatro partidos de Leo Messi en Liga y Champions ( con el Almería, Valencia, Stuttgart y Zaragoza ) podrían colocarle a la altura de cualquier jugador pasado o presente de la historia del fútbol.
Es así, es verdad que le queda mucha carrera por delante ( 22 años ) y que todavía no ha rendido a su nivel en grandes citas con su selección ( le espera el Mundial de Sudáfrica ) pero lo que hace el argentino es algo que, seguramente, será recordado por mucho tiempo.
Su intervención, al modo casi de deux es machina, fue decisiva y cada vez que el balón llegaba a sus botas la Romareda escuchaba y veía como resolvía cual matador en una tarde inspirada.
Uno, de cabeza; dos, jugadón; tres, desde fuera del área y cuatro; penalti y la sentencia.
Cuando más sufría el Barça, cuanto más fallaba Ibrahimovic, cuando más apretaba el Zaragoza llegando incluso a marcar dos goles que volvían a abrir un partido muerto ( 2-3 ) ahí estaba él para enmendar la plana de los maños, que se dejaron la piel pero que remaron en contra de las circunstancias: que a Messi no le hubieran dado la baja médica, básicamente.
Si de algo adoleció el Barça durante gran parte del encuentro fue de falta de fluidez y de pegada, sin duda por las ausencias en el campo de Iniesta y Xavi, además de los desaciertos de Ibra.
Los locales parecieron condenarse con el temprano gol ( regalo de Diogo ) del argentino y con una defensa que no supo frenar al héroe de la noche pero quisieron jugar siempre de tú a tú y sin esconderse.
Gay incluso acertó con los cambios y la entrada de Colunga puso en jaque a una retaguardia azulgrana, retocada por las molestias de Piqué y Milito y sustituidos por Puyol y Piqué. Dos goles que dejaron perplejo a más de uno, pero cuando te enfrentas con el Barcelona tienes que saber que Messi juega aparte. Cogió el balón y provocó el penalti que dejó que tirara el fallón delantero sueco.
Menos mal para los culés, que siguen igualados en su lucha con el Madrid. Los locales sólo pudieron ser testigos de una exhibición colosal.
Firmado: Pablo Vega.
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