lunes, 6 de diciembre de 2010

¿Ángel o demonio?

Por Alex Barbero


En Barcelona todo el mundo pondría la mano en el fuego por Pep Guardiola. Es la insignia del club en estos momentos. Su persona está por encima de cualquier futbolista de la plantilla y eso es mucho decir teniendo en cuenta la cantidad de estrellas que pasean su fantástico juego por la ciudad condal. Pero su personalidad no es tan alabada como su capacidad técnica, por lo menos en el resto del país.

Independientemente de los colores de cada uno, todos reconocemos que el fútbol que elabora el Barça es el mejor del mundo. Y todo el mundo asegura que Pep Guardiola ha sido la clave de un proyecto grandioso que sigue evolucionando con un estilo propio que deslumbra en cualquier terreno de juego.

Su profesionalidad es intachable. Su trato con los jugadores es siempre amigable y denota una compenetración total con ellos. Pero donde muestra lagunas es en su personalidad. Guardiola puede esconder un lado oscuro que en ocasiones no duda en mostrar. Ya hemos visto durante sus más de dos años como míster del Barça, algunas pruebas de su carácter y hay quien ya se ha cansado de él y afirma que su aureola de sabiduría y bondad es una tapadera que esconde a una persona prepotente y altiva.

Nunca ha despreciado a un rival sino todo lo contrario y sus declaraciones suelen ser de buen gusto para los aficionados al Barça, pero en ocasiones suelta la bomba que explota en el lado enemigo y hace estallar una batalla de polémicas y debates sobre la personalidad de Pep. Este fin de semana se han avivado las cenizas de una guerra que nunca ha tenido tregua. Todo vino por la esperanza que depositaba el Barça en la RFEF para que aplazara su partido frente a Osasuna al domingo por la tarde debido a los problemas en el espacio aéreo. Este hecho envalentonó a más de uno. Muchas personas vieron la oportunidad perfecta para criticar al Barça y colocar en el conjunto catalán una imagen soberbia y manipuladora. Cierto es que su actitud no fue caballerosa y que confió demasiado en su status ya que la RFEF no atendió sus peticiones. Pero la gran culpa la tuvo la ineptitud mostrada por una federación que muestra sus carencias en las ocasiones más importantes.

El caso es que Guardiola reventó y afirmó que su país, Cataluña, pintaba poco en el panorama futbolístico nacional. Unas declaraciones jugosas para crear controversia y salpicar la imagen de Guardiola. Unas palabras que nos muestran otra cara desconocida de Pep y que muchos han intentado destapar en dos años. Palabras que dividen más aún a Cataluña de España y que ejercen una fuerte atracción al sentimiento independentista.

Para nada estoy a favor de las declaraciones de Guardiola ya que creo que la ideología de cada persona no debe intervenir en el deporte. Hay que separar estos dos conceptos para no dividir más aún a una sociedad que se ve herida de muerte debido a la discrepancia existente en cada uno de nosotros. Las palabras de Guardiola consiguen discrminar a los aficionados culés que se alojan fuera de Cataluña. Unas palabras fuera de lugar que muestran al otro Guardiola.

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