Resulta dificil condensar en unos pocos puntos lo que ha dado de sí un año en el que el fútbol español se ha coronado como campeón mundial y en el que la lucha Barça-Madrid sigue acaparando los titulares de los medios. Seguimos con esta dicotomía que va camino de durar varias décadas (desgraciadamente para el resto del fútbol español) y que tiene su base también en la lucha de opuestos como se considera que son Mourinho y Guardiola. Pero el año ha sido bastante más amplio. Aquí está lo más sonado:
La selección española, campeona. Superar lo de la Eurocopa parecía complicado, más cuando un resbalón inicial contra Suiza ya complicó la clasificación en la primera fase. Sin embargo, Del Bosque y sus hombres no dudaron sobre la línea a seguir: fútbol de toque, técnico y de posesión del balón. Así fueron ganándose los partidos, también gracias a la fortaleza defensiva y la gran actuación de Casillas. Casi todos rayaron a gran altura y, aunque conviene no personalizar, ¿quién no recordará a partir de ahora el gol de Iniesta como el momento cumbre de la historia de la selección? Muy recomendable ver el estupendo Informe Robinson del pasado 25 de diciembre para saber apreciar algo que muchos ni soñaron con vivir.
Los europeos reinan en África. A pesar del empuje sudamericano y de ser, en teoría, el Mundial de las selecciones africanas, sólo Uruguay consiguió meterse entre los cuatro mejores tras derrotar (¡y de que manera!) a la esperanza africana que representaba Ghana. La caída de dos gigantes, los dos últimos finalistas, como Francia e Italia provocaron un acuciante relevo generacional y una importante limpieza de nombre. Tampoco las selecciones de Argentina y Brasil convencieron y se quedaron en cuartos. Por otro lado, debido a las malas artes holandesas, se puede decir que Alemania hizo el mejor fútbol tras España.
El triplete del Inter corona a Mourinho. Fue el triunfo de un bloque, de un fútbol poco vistoso pero intenso, vertical y con un punto conservador que llevaron al club interista a lo más alto tanto en la Serie A como en la Copa (con la Roma como segundo en liza) y, especialmente, en la Champions League. Prácticamente se puede afirmar que el campeón salió de las semifinales entre el conjunto milanista y el campeón de la edición anterior, el Barça de Guardiola. Con la final del Bernabéu al fondo Mourinho supo jugar sus cartas y conseguir que los culés no estuvieran cómodos en ningún momento. Un ganador polémico, pero del gusto de Florentino...
Mourinho, al banquillo del Madrid. Ya sea por la falta de títulos en el 2010 (por segundo año consecutivo) o por la falta de apoyos mediáticos, Pellegrini fue sustituido por el entrenador portugués a los pocos días de la consecución del triplete interista. El equipo ha conseguido, también gracias a las incorporaciones de Di María y Özil, tener un aspecto más temible e imbatible que otros años. Sólo el borrón del Camp Nou se ha interpuesto en una temporada hasta ahora casi perfecta, en la que se encuentra virtualmente clasificado para los cuartos coperos y en la Liga de Campeones pasó como primero de grupo.
El Barça humilla al Madrid con un resultado histórico. Pese a la nada desdeñable mejoría madridista, el Barcelona sigue siendo para muchos el mejor equipo del mundo en la relación entre juego y resultados. Inesperadamente (se presumía mucha más igualdad) arrolló al Madrid cuando este se encontraba en lo más alto de la clasificación. Un baño de fútbol sin igual en los últimos años, incluso mayor que el 2-6 de hace un par de temporadas. El Barça hizo lo que mejor sabe y dejó tocado a un equipo blanco que se vio superado en todo momento.
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