lunes, 22 de noviembre de 2010
Raúl, el que nunca hace nada
Por Alex Barbero
Había quien consideraba un paso erróneo el marcharse de Erasmus a Alemania. Opiniones diversas sobre cual debería ser el destino idóneo del futbolista, sin pensar en los sentimientos del propio jugador. Diversos expertos aventuraban un fracaso en la empresa que pretendía levar a cabo Raúl. 4 meses después, Raúl sigue haciendo lo que mejor ha hecho en toda su dilatada carrera, meter goles, enamorar a los aficionados y acallar las críticas.
Después de abandonar el equipo de su vida tras dieciséis intensísimos años, Raúl se enfrentaba a su reto más temible: triunfar en una liga completamente distinta. Los aficionados del Schalke 04 enseguida le acogieron como nuevo ídolo, el entrenador se deshacía en elogios y sus compañeros le alababan por su entrega y sacrificio. Empezaba con buen pie, pero tocaba reivindicarse en el campo.
Decían las malas lenguas que no se adaptaría a la Bundesliga, que su juego no encajaría y que pronto se arrepentiría de aventurarse a tierras desconocidas. Cierto es que su adaptación fue costosa y que el equipo no ayudaba ya que su trayectoria iba cuesta abajo, pero después de cuatro intensos meses, su marcha se justifica con su buen juego, su gran contribución a la resurrección del equipo y sus goles, tanto en liga como en Champions.
Pocos han defendido con tanto entusiasmo y sentimiento un escudo como defendió Raúl el del Real Madrid. El gran Siete consiguió que los valores que identificaban al club madrileño dejasen de ser una mera abstracción. EL Ańgel del Madrid personificó esos valores y consiguió alzar el prestigio del club a un potencial equiparable al Madrid de Di Stéfano. Además de ser el buque insignia del mejor equipo del mundo, era el ídolo de una afición. Y hablo de la verdadera afición del Madrid, esa que ha estado junto al 7 en los peores momentos y que despidió entrre lágrimas su adiós el pasado mes de julio.
Raúl ha marcado una época en el club más laureado y por tanto más exigente del universo. Sus últimos coletazos en el Madrid no fueron como muchos hubieramos deseado. La edad y su físico algo maltrecho por las múltiples lesiones que sufrió siendo joven arrastraban a Raúl a una prejubilación dolorosa, tanto para él como para sus seguidores. Atrás quedaban noches gloriosas en las que un español nacido en Villaverde conseguía arrancar una ovación a todo un estadio. Partidos tan espectaculares como la final de la Champions en París frente al Valencia o la noche en Glasgow de la novena, quedaran en la memoria de todos los aficionados al fútboL. Nadie olvidara jamás el gol de Raúl en el Molinón a un gran Ablanedo. O sus perfectos quiebros a los defensas del Vasco da Gama. Como dejar atrás la injusticia que se cometió al no otorgar el Balón de Oro a Raúl en beneficio de Michael Owen. Miles de recuerdos que se pasearan por siempre entre los rincones del Santiago Bernabéu. Recuerdos que se cerraron con la despedida de Raúl, quien bien por decisión suya, por obligación de la directiva o por las críticas de gente que se hace llamar madridista, apostó por navegar en otras aguas, dejando a su barco sin capitán.
Ahora es otra elástica la que defiende, es otro escudo el que luce, son otros objetivos los que intenta lograr. Lucha por otro emblema, marca por otra afición y enamora a otro fútbol. En Alemania es feliz, las cosas empiezan a funcionar y esperemos que vayan a mejor. El Schalke tiene a su nuevo ídolo, pero lo que seguro es cierto es que debajo del escudo del club de Gelsenkirchen, detrás de su torso, justo al lado de su corazón, Raúl lleva tatuado de por vida el escudo del Real Madrid. Raúl González Blanco, el siete eterno del madridismo.
Publicado por
Alex Barbero
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16:22
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Etiquetas:
Raúl González,
Scalke O4
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