A la prensa deportiva y a los aficionados siempre les gusta sacar conclusiones de un partido o dos. Da comodidad y seguridad tener unas referencias sólidas: "el Madrid aburre", "el Barça depende demasiado de Messi", "el Valencia ha respondido bien a las bajas de Silva y Villa", "el Villarreal aspira a la Champions", "este es el año del Atlético en la Liga", etc.
Lógicamente, puede haber una cierta verdad en todo esto, pero siempre hay que buscar elementos continuados en el tiempo que, de síntoma, pasen a certeza y de ahí a confirmación. Por lo tanto, conclusiones, las justas. En todo caso se podrá decir algo que ya se intuyó el año pasado.
Por ejemplo, el hecho de que David De Gea haya sido de lo mejor de su equipo contra dos rivales de primer nivel como son Barça y Valencia (contra los que el Atlético empeoró con respecto a los dos primeros partidos, en parte también por la ausencia de Agüero) nos lleva a pensar, junto con su gran año pasado, que es un portero con una progresión alucinante y que está llamado a ser el sustituto de Casillas en la selección por ejemplo. Hoy no sería descabellado decirlo, pero la verdad es que no hay nada tangible, de momento.
También podríamos decir lo mismo de una figura tan destacada para el Athletic como Fernando Llorente, va hacia arriba, con una gran mejoría en sus registros goleadores debido a su capacidad para canalizar todo el ataque bilbaíno. Un delantero demoledor en el área y con unas habilidades que parecen llegar a su madurez. Su presencia en la selección se podría ver seriamente reforzada en los próximos compromisos, aunque no marcó en la goleada (3-0) frente al Mallorca que, por cierto, tiene pinta de que lo va a pasar este año.
Ahora mismo, por la cola se encuentran tanto Almería como Zaragoza que, para nada se merecen esta posición por juego. Da la impresión de que las victorias valen su peso en oro y que, sólo por una, por muy mal que estés (que se lo pregunten a los momentáneamente renacidos Osasuna y Levante) te puede sacar del pozo.
Como sorpresas positivas para muchos, se encuentran el Hércules, que dio la campanada en el Camp Nou y parece estar cargado de moral desde entonces, y un Racing que parece haber ganado una solidez considerable en sus victoria frente a maños y su empate en Sevilla.
Por la parte alta, un inspirado Nilmar desbarató las opciones del Depor, romo en ataque pero bastante sólido en defensa (es lo que le salva por el momento), lo que no fue suficiente para poner en peligro una victoria local bastante clara. El Villarreal tiene desde hace años un estilo de juego definido y, exceptuando el paréntesis de Valverde, siempre ha apostado por lo mismo. De ahí su buena situación en la tabla.
Justo por detrás se encuentra un Sevilla muy decepcionante en casa pero que fuera parece jugar más suelto y menos atenazado. Casi como el Barça de un Guardiola que parece todavía no haber arrancado un ritmo de esprínter, sino más bien de equipo que sabe administrar su talento y juega a ratos cuando le hace falta. Messi influye, sí, pero menos de lo que muchos se creen.
El Madrid y el Valencia ocupan el liderato conjuntamente con buenos detalles a ratos pero sin un juego constante y vistoso que emocione a la grada. Muchas veces da la impresión de que son equipos por hacer y por pulir unos cuantos defectos, derivados de muchas incorporaciones que todavía se deben ajustar para dar la sensación de equipos poderosos.
Poco más se puede deducir de estas cuatro jornadas, que a veces se juegan entre semana o sufren un parón propio de cuando juega la Selección. Este calendario tras especial también dificulta que muchos equipos encuentren un ritmo y unos automatismos que les ayuden a mejorar. Por eso tantos transmiten dudas, que a veces no lo son tanto, y tan pocos certezas. De momento es pronto para juzgar, pero sí para valorar ciertos detalles importantes. Si esas circunstancias se convierten en definitivas es algo que sabremos cuando estemos prácticamente en diciembre.
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